domingo, 6 de diciembre de 2009

Antes que los marque la mara

Grupo Ceiba: opción frente a las pandillas

JAVIER LYONNET, en Guatemala

El micro abandona la avenida y se mete en la intimidad de un barrio humilde por una calle estrecha y en bajada. A las tres cuadras se detiene. Es la frontera entre dos colonias: La Fuente y 15 de Agosto, en la zona 5, escenario de conflictos entre pandillas rivales. Pero es de mañana, y la tensión no se nota. Un corredor de hormigón entra al barrio, un asentamiento consolidado en medio de la ciudad de Guatemala. Allí viven 25.000 personas. Casi todas las casas -enrejadas, sin excepción- tienen electricidad pero muchas obtienen el agua de una canilla colectiva.

A unos 200 metros de la entrada, al lado de la escuela N° 157 Niños de Noruega, está "El Esfuerzo". Inaugurado en mayo, el centro de capacitación y recreación para niños, jóvenes y hasta abuelas tiene una salita con juegos y libros y un salón con 20 computadoras. Frente a los monitores, niños y niñas de todas las edades. Casi ninguno llega a apoyar los pies en el suelo. Algunos son hermanos de pandilleros; muchos son hijos de madres adolescentes; varios tienen familiares presos. Para casi todos, el horizonte inmediato es de privaciones, exclusión y violencia. Es la primera generación de la colonia que tiene computadoras gratis, y "seños" (maestras) que los atiendan.

¿De dónde salen esas computadoras? En el taller del Grupo Ceiba, decenas de estudiantes arman y desarman torres de PC. Instructores y alumnos no se diferencian demasiado: tienen entre 15 y 20 años y usan túnicas azules. "Esta es la universidad de la calle", explica Raúl Farfán, coordinador del programa cooperativo del Grupo Ceiba: "el objetivo es la capacitación educativa y laboral para jóvenes con alto riesgo de marginalización". "Todos viven en situación vulnerable, de pobreza, en hogares desintegrados con padres ausentes; en menor porcentaje vienen ex pandilleros", explica. El riesgo mayor -lo que se busca evitar- es que se conviertan en mareros: miembros de pandillas.

"La colonia en la que vivo es una zona roja, pero ya yo estoy acostumbrado", cuenta Carlos, que tiene 19 años pero parece de 15 y es coordinador en los cursos de informática del Grupo Ceiba. Un joven de su edad con el brazo tatuado le entrega a Carlos su tarjeta de asistencia: es uno de los supervisores del "911 informático", un call center bilingüe de consultas técnicas para usuarios de computadoras.

Carné de pandilla. Las maras reclutan miembros entre adolescentes marginales de las "colonias" guatemaltecas y una de las principales preocupaciones es que apuntan cada vez más abajo, de los 12, 13 y 14 años han bajado hasta 10 y 11 la edad de ingreso. A menudo usan crueles métodos extorsivos, como amenazar a los niños de matar a sus familiares si no colaboran. Se inician con pequeños robos, transas de drogas y "esquineando": vigilando y protegiendo la zona.

Las maras nacieron entre centroamericanos residentes en California, en el sur de Los Angeles en los años 70. Fueron exportadas a Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, generalmente a través de la deportación de líderes desde Estados Unidos. Casi todas las maras derivan de los tres principales: la Salvatrucha, la 18 y los "breikeros". Los jefes locales de las "clickas" o células manejan unos 40 individuos. Se dedican a los robos, tráfico de drogas y de personas. Extorsionan y cobran peaje a individuos, familias, comercios, empresas y muy especialmente compañías de ómnibus.

Los tatuajes son un rasgo de pertenencia muy fuerte, incluso a quienes se permite salir de la organización (los "calmados") se ve con muy malos ojos que se borren las inscripciones marcadas con tinta en su cuerpo. Los tatuajes relatan la historia y los crímenes personales: sobre todo las vidas cobradas a la banda rival.

Desde 1989 el Grupo Ceiba capacitó gratis a miles de niños y jóvenes, formó una cooperativa pionera, consiguió empleo a más de 900 muchachos, fundó 16 talleres y la "universidad de la calle". Una premiada alternativa a la violencia que ha sido exportada a Colombia y México.

Violencia que empobrece
Guatemala es el tercer país más violento de América. Los crímenes crecieron más del 120%: de 2.655 homicidios en 1999 a 5.885 en 2008. La tasa es de 47 cada 100.000 habitantes (población: 13 millones) y 108 en la capital. En agosto de este año hubo 637 asesinatos (en Uruguay hay unos 20 por mes). El 51% de la población vive bajo la línea de pobreza. Según las Naciones Unidas, en 2008 la violencia supuso una pérdida equivalente al 7,3% del PIB del país: son US$ 2,386 millones.


FUENTE: www.elpaís.com.uy

1 comentario:

  1. Es de destacar que hay gente que afirma que en Uruguay ya existen las Maras, pero los organismos oficiales lo niegan rotundamente, argumentando que la inseguridad es una cuestión mal manejada por los medios de prensa y la política de la oposición.
    ¿Hay Maras en Uruguay?

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