Morbo. Una de las experiencias más terribles puede alcanzar gran repercusión mediática
Domingo 04.05.2008, 04:04 hs. Montevideo, Uruguay
EL PAÍS DE MADRID y AGENCIAS
EL PAÍS DE MADRID y AGENCIAS
Hace siete días, el mundo se estremeció con la historia del "monstruo de Amstetten". Hace un año y un día, desaparecía de la faz de la tierra la pequeña Madeleine McCann.
Un secuestro no es solo una de las peores experiencias a las que puede ser sometido un ser humano. También se volvió, morbo mediante, un fenómeno de masas.
Desde la noche de los tiempos, el hombre ha secuestrado a sus semejantes. Para chantajear gobiernos, para intimidar la disidencia, por dinero, por placer sexual. La acumulación de secuestros ha sido noticia permanente en los últimos meses. Tal vez el disparador, fue la desaparición de Madeleine McCann, la niña británica, que ocurrió el 3 de mayo de 2007, cuando se alojaba con sus padres en un balneario portugués, transformada en una suerte de "reality show".
¿Fue un secuestro? ¿Está viva? ¿Está muerta? Alentado por los padres de la pequeña, Gerry y Kate McCann, sobre quienes también han caído sospechas, este caso ocupó centenares de páginas de diarios y horas de televisión en todo el mundo. Se transformó en una auténtica telenovela seguida por medio mundo con intriga y pasión. En lo mismo se está convirtiendo la historia de la austríaca Elisabeth Fritzl, quien pasó los últimos 24 años de su vida, hasta el fin de semana pasado, en un habitáculo de 60 metros cuadrados al que la había confinado su padre Josef, quien la violó sistemáticamente teniendo siete hijos con ella.
Pero la mayoría de estos casos pasan inadvertidos para la opinión pública. Las pocas estadísticas disponibles indican que más del 50% de los casos ocurridos en el mundo tienen lugar en América Latina; en 2007, se estimó que en esta región ocurrieron unos 7.500.
Sin embargo, hay casos como el de "Maddie". En situaciones cuando la policía, o la familia, decide publicitar su caso, cuando el capturado muere, cuando el sujeto en cuestión -o su entorno- es famoso, cuando los detalles escabrosos rebasan la capacidad de asombro, o la víctima es un niño o un joven, todo termina siendo materia prima para la televisión y para el público. Y esta situación no comenzó con la pequeña británica ni con el mórbido drama de una familia austríaca. Basta un repaso.
LINDBERGH. El 1º de marzo de 1932, alguien trepó por una escalera de mano hasta una ventana de la casa del aviador Charles Lindbergh y su esposa, en Nueva Jersey. La cuna donde dormía el hijo del as de la aeronátuica, de solo 19 meses, quedó vacía. Se exigió un rescate de 70 mil dólares.
El secuestro conmocionó al mundo entero: Lindbergh era famoso desde que el 20 de mayo de 1927 había despegado del aeródromo Roosevelt y, tras un vuelo de 33 horas y 32 minutos, aterrizó en el aeropuerto de Le Bourget, cercano a París.
Lindbergh pagó el rescate, con billetes marcados por la policía. Pero jamás volvió a ver con vida a su hijo. Este fue hallado apenas dos meses después, en una zona boscosa cercana, en avanzado estado de descomposición.
Dos años después, un carpintero de 31 años de origen alemán, Bruno Hauptmann, abonó en una estación de servicio con un billete de 10 dólares. La policía aseguró que era uno de los que había pagado Lindbergh. El hombre terminó en la silla eléctrica.
TANIA. Patty Hearst, de 19 años, nieta del magnate de la prensa William Randolph Hearst, fue secuestrada el 4 de febrero de 1974 en su apartamento de Berkeley (California) por el grupúsculo Ejército Simbionés de Liberación (ELS).
Dos meses después del rapto, Patty Hearst fue captada por las cámaras de seguridad de un banco de San Francisco, asaltado por un grupo de individuos. No como víctima, sino como delincuente. La rica hereda empuñaba un fusil de asalto y utilizaba el nombre de guerra de Tania.
En septiembre de 1975, cuando fue detenida en un piso franco del ELS, saludó con el puño en alto y dijo ser guerrillera urbana. La joven presentaba claros síntomas de padecer el síndrome de Estocolmo, un estado psicológico que hace a la víctima sentir simpatía por sus secuestradores. Hasta el extremo de llegar a enamorarse de uno de ellos y participar plenamente en las actividades del grupo criminal.
AXEL. El joven estudiante de ingeniería de 23 años iba a visitar a su novia en la localidad argentina de Martínez. Tres hombres armados a punta de pistola asaltaron a Axel Blumberg y se lo llevaron a un "aguantadero" en otra localidad, Moreno. Era el martes 17 de marzo de 2004.
Cinco días después, Axel aprovechó un descuido de sus captores e intentó escapar. Fue recapturado y asesinado de un balazo.
Este asesinato generó una gran conmoción en la sociedad. Tanto que Juan Carlos Blumberg se convirtió en un movilizador de masas y un referente social en un tema que preocupaba a toda la sociedad: la inseguridad. También se convirtió en una figura política. Sin embargo, duras expresiones del padre del joven muerto, sobre la delincuencia, las clases bajas y el sistema punitivo, fueron utilizados por grupos sociales afines al entonces presidente, Néstor Kirchner, para vincularlo a la derecha más "gorila" del país. De a poco, su estrella como activista y la empatía que generaba como padre de un joven asesinado se fue apagando.
NATASCHA.
La joven austriaca Natascha Kampusch escapó el 23 de agosto de 2006 de la casa en la que un pederasta la tuvo retenida durante ocho años. Ocho largos años en los que fue víctima de los abusos y los caprichos de Wolfgang Priklopil, un técnico en electrónica que se suicidó arrojándose al paso de un tren al ver que su rehén había logrado fugarse. Cumplió lo que había prometido a la niña: "Jamás me atraparán vivo".
Natascha había salido de su casa de Viena el 2 de marzo de 1998 para ir a la escuela. Pero un hombre la raptó y se la llevó consigo en una furgoneta blanca. Tenía preparado para ella un cubículo bajo su propio domicilio: a 2,5 metros de profundidad, de sólo cinco metros cuadrados, sin ventanas ni luz, cerrado por una puerta de acero.
La niña pasó muchos meses sin poder salir de aquel agujero. Luego, el raptor le permitió subir a la casa, y tres años más tarde hasta el jardín. Más tarde llegó incluso a salir repetidamente a la calle, escoltada siempre por el secuestrador. "Una vez salí corriendo por la puerta del jardín. Me pasó como a esa gente que no puede abandonar su casa aunque esté abierta la puerta. A mí me entró vértigo, no pude ver nada más y regresé tan pronto como pude para que él no se diera cuenta de nada", relató la joven tras recuperar la libertad.
Austria parecía que no tenía más motivos para sorprenderse, hasta que llegó el domingo pasado. Ahí se divulgó la historia del "monstruo de Amstetten". Josef Fritlz, un vecino "amable", "educado" y "siempre dispuesto a ayudar a los otros", había mantenido encerrada durante 24 años a su hija Elisabeth en un sótano. La violó sistemáticamente y tuvo siete hijos con ella, uno de los cuales murió al poco de nacer. A su esposa y a las autoridades locales les mintió con historias que fueron aceptadas sin mayor dificultad. Hoy a esa puesta en escena rocambolesca se le añade cada día nuevos elementos: Elisabeth nunca se rebeló porque su padre amenazó con matarla con gas; su esposa, Rosemarie, nunca dudó la versión de su marido de que su hija se había ido en 1984 con una secta.
Natascha, ayer víctima, hoy se ofrece a brindarle ayuda psicológica al resto de la familia Fritzl. Curiosa vuelta de tuerca, no exenta de morbo. Para nada.
Impactantes
Charles Lindbergh Jr.: Un bebé de solo 19 meses
Hijo de quien cruzó por primera vez el Atlántico en solitario a bordo del "Espíritu de San Luis" y de la rica heredera Ann Morrow, tenía el futuro asegurado. Alguien lo secuestró y solo dejó pisadas en el barro de la casa y un cincel. Eran las únicas pistas. La noticia de que había sido hallado muerto, pese a que la familia había pagado el rescate, dejó estupefacto al mundo. Dos años después, la investigación estaba muerta. Muchos creen que la Justicia se apresuró a condenar a un inmigrante alemán ante la tremenda presión internacional por resolver el caso.
Natascha había salido de su casa de Viena el 2 de marzo de 1998 para ir a la escuela. Pero un hombre la raptó y se la llevó consigo en una furgoneta blanca. Tenía preparado para ella un cubículo bajo su propio domicilio: a 2,5 metros de profundidad, de sólo cinco metros cuadrados, sin ventanas ni luz, cerrado por una puerta de acero.
La niña pasó muchos meses sin poder salir de aquel agujero. Luego, el raptor le permitió subir a la casa, y tres años más tarde hasta el jardín. Más tarde llegó incluso a salir repetidamente a la calle, escoltada siempre por el secuestrador. "Una vez salí corriendo por la puerta del jardín. Me pasó como a esa gente que no puede abandonar su casa aunque esté abierta la puerta. A mí me entró vértigo, no pude ver nada más y regresé tan pronto como pude para que él no se diera cuenta de nada", relató la joven tras recuperar la libertad.
Austria parecía que no tenía más motivos para sorprenderse, hasta que llegó el domingo pasado. Ahí se divulgó la historia del "monstruo de Amstetten". Josef Fritlz, un vecino "amable", "educado" y "siempre dispuesto a ayudar a los otros", había mantenido encerrada durante 24 años a su hija Elisabeth en un sótano. La violó sistemáticamente y tuvo siete hijos con ella, uno de los cuales murió al poco de nacer. A su esposa y a las autoridades locales les mintió con historias que fueron aceptadas sin mayor dificultad. Hoy a esa puesta en escena rocambolesca se le añade cada día nuevos elementos: Elisabeth nunca se rebeló porque su padre amenazó con matarla con gas; su esposa, Rosemarie, nunca dudó la versión de su marido de que su hija se había ido en 1984 con una secta.
Natascha, ayer víctima, hoy se ofrece a brindarle ayuda psicológica al resto de la familia Fritzl. Curiosa vuelta de tuerca, no exenta de morbo. Para nada.
Impactantes
Charles Lindbergh Jr.: Un bebé de solo 19 meses
Hijo de quien cruzó por primera vez el Atlántico en solitario a bordo del "Espíritu de San Luis" y de la rica heredera Ann Morrow, tenía el futuro asegurado. Alguien lo secuestró y solo dejó pisadas en el barro de la casa y un cincel. Eran las únicas pistas. La noticia de que había sido hallado muerto, pese a que la familia había pagado el rescate, dejó estupefacto al mundo. Dos años después, la investigación estaba muerta. Muchos creen que la Justicia se apresuró a condenar a un inmigrante alemán ante la tremenda presión internacional por resolver el caso.
Patty Hearst: Millonaria, guerrillera y luego actriz
Al capturarla, el ELS dijo que quería cambiarla por guerrilleros presos en San Quintín; luego exigieron a la familia que distribuyera seis millones de dólares en alimentos entre los pobres. Luego de ser capturada, devenida en guerrillera, confesó haber pasado 50 días en un armario y haber sido vejada. Fue condenada a cinco años de prisión de los cuales cumplió dos, ya que fue indultada por el entonces presidente de EE.UU., Jimmy Carter. Con el paso del tiempo, y gracias a su fama de revolucionaria, la rica heredera logró participaciones como actriz secundaria en algunas películas de John Waters.
Al capturarla, el ELS dijo que quería cambiarla por guerrilleros presos en San Quintín; luego exigieron a la familia que distribuyera seis millones de dólares en alimentos entre los pobres. Luego de ser capturada, devenida en guerrillera, confesó haber pasado 50 días en un armario y haber sido vejada. Fue condenada a cinco años de prisión de los cuales cumplió dos, ya que fue indultada por el entonces presidente de EE.UU., Jimmy Carter. Con el paso del tiempo, y gracias a su fama de revolucionaria, la rica heredera logró participaciones como actriz secundaria en algunas películas de John Waters.
Julio Iglesias Puga: El padre del ídolo romántico
Desde la casa de los terroristas se divisaba a cualquiera que se acercase al diminuto pueblo de Trasmoz (Zaragoza), donde mantenían secuestrado desde tres semanas atrás al doctor Julio Iglesias Puga, padre del famoso cantante del mismo nombre. Un grupo de elite de la policía tuvo éxtio en su misión, y logró asaltar de madrugada la vivienda y rescatar indemne al rehén. Fue el 29 de diciembre de 1981. Era una operación de auto-abastecimiento de dinero perpetrada por ETA, que unos meses antes había declarado una tregua. Nunca se supo con exactitud el dinero que los terroristas exigían por su vida.
Desde la casa de los terroristas se divisaba a cualquiera que se acercase al diminuto pueblo de Trasmoz (Zaragoza), donde mantenían secuestrado desde tres semanas atrás al doctor Julio Iglesias Puga, padre del famoso cantante del mismo nombre. Un grupo de elite de la policía tuvo éxtio en su misión, y logró asaltar de madrugada la vivienda y rescatar indemne al rehén. Fue el 29 de diciembre de 1981. Era una operación de auto-abastecimiento de dinero perpetrada por ETA, que unos meses antes había declarado una tregua. Nunca se supo con exactitud el dinero que los terroristas exigían por su vida.
Axel Blumberg: Fallida acción de la Policía
En su peor momento, en Argentina se registraban 2.000 secuestros extorsivos al año. Pocos generaron tanto impacto como éste, con desenlace fatal. La familia Blumberg había logrado reunir el dinero del rescate y el padre, Juan Carlos, se dirigía al lugar acordado con los secuestradores para hacer la entrega. Según se desprendió en el juicio, la aparición entonces de una patrulla de Inteligencia hizo fracasar el intercambio. Fue el principio del fin. Ese mismo día, Axel era asesinado con un revolver calibre 38. La notoriedad que tuvo luego del hecho le granjeó a Juan Carlos Blumberg tanto simpatías como enemigos.
En su peor momento, en Argentina se registraban 2.000 secuestros extorsivos al año. Pocos generaron tanto impacto como éste, con desenlace fatal. La familia Blumberg había logrado reunir el dinero del rescate y el padre, Juan Carlos, se dirigía al lugar acordado con los secuestradores para hacer la entrega. Según se desprendió en el juicio, la aparición entonces de una patrulla de Inteligencia hizo fracasar el intercambio. Fue el principio del fin. Ese mismo día, Axel era asesinado con un revolver calibre 38. La notoriedad que tuvo luego del hecho le granjeó a Juan Carlos Blumberg tanto simpatías como enemigos.
Natascha Kampusch: Una cárcel que duró 8 años
"Me sentía como una gallina encerrada. Era verdaderamente desesperante. Siempre pensaba en cómo hacer para poder escapar. Pero no podía arriesgarme", contó la muchacha en una entrevista de televisión difundida por todo el mundo. "Cada vez me da más pena. Era un pobre hombre. Todo lo que él me hizo se está alejando de mí. No desaparece sino que se aleja. Ahora trato de llevar una vida normal", agregó. Más de uno interpretó estas palabras como una constatación de que Natascha padecía del Síndrome de Estocolmo. Ahora quiere ayudar a los Fritzl.
"Me sentía como una gallina encerrada. Era verdaderamente desesperante. Siempre pensaba en cómo hacer para poder escapar. Pero no podía arriesgarme", contó la muchacha en una entrevista de televisión difundida por todo el mundo. "Cada vez me da más pena. Era un pobre hombre. Todo lo que él me hizo se está alejando de mí. No desaparece sino que se aleja. Ahora trato de llevar una vida normal", agregó. Más de uno interpretó estas palabras como una constatación de que Natascha padecía del Síndrome de Estocolmo. Ahora quiere ayudar a los Fritzl.
La batalla de cada día contra la muerte
"El secuestro produce un fenómeno muy particular. Enfrentarse a un secuestro es como enfrentarse a la muerte; en esos casos, uno tiene que hacerlo de manera transparente", dijo el psicólogo Emilio Meluk, director del Departamento de Psicología de la Universidad Nacional de Colombia.
Este experto, autor del libro "Secuestro, una muerte suspendida", sostiene que el "elemento religioso" es vital para que los cautivos sobrelleven esa experiencia traumática. Su país, Colombia, es el que más sufre esta modalidad delictiva en sus diferentes variantes (unos 4.000 por año), con el caso de Ingrid Betancourt, rehén de las FARC desde hace seis años, como el más emblemático.
Sobre la base de su experiencia, el experto -que estudia el impacto del secuestro en las víctimas y sus familias desde 1991- afirmó que "aquellas personas que han tenido creencias religiosas más o menos firmes previas al secuestro cuando salen lo hacen en mejores condiciones de salud mental", pero, a renglón seguido, puntualizó que con esa apreciación no quiere "hacer apología de la religión".
Durante el secuestro, la religión se convierte para esas personas en un "soporte central" para superar la situación de cautiverio, pero al salir suele disminuir o incluso desaparecer, ya que el riesgo de la muerte deja de ser una amenaza cotidiana.
En el caso de la franco-colombiana Betancourt, Meluk llamó la atención sobre el hecho de que en sus primeras pruebas de vida "tenía un crucifijo elaborado artesanalmente colgado del cuello", y en la última, ya muy demacrada, "lo tiene atado en la muñeca".
MENTE. Sin embargo, Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica en la Universidad del País Vasco, disiente, en tanto que no ve como elemento determinante para superar un secuestro con las menos secuelas posibles el ser ateo, agnóstico o religioso.
Para distraerse de la posibilidad de morir y de la monotonía de las horas y de los días en cautividad tan válido es, según Echeburúa, rezar como hacer flexiones o tareas monótonas de aprendizaje. Lo importante es tener la mente ocupada.
"El secuestro produce un fenómeno muy particular. Enfrentarse a un secuestro es como enfrentarse a la muerte; en esos casos, uno tiene que hacerlo de manera transparente", dijo el psicólogo Emilio Meluk, director del Departamento de Psicología de la Universidad Nacional de Colombia.
Este experto, autor del libro "Secuestro, una muerte suspendida", sostiene que el "elemento religioso" es vital para que los cautivos sobrelleven esa experiencia traumática. Su país, Colombia, es el que más sufre esta modalidad delictiva en sus diferentes variantes (unos 4.000 por año), con el caso de Ingrid Betancourt, rehén de las FARC desde hace seis años, como el más emblemático.
Sobre la base de su experiencia, el experto -que estudia el impacto del secuestro en las víctimas y sus familias desde 1991- afirmó que "aquellas personas que han tenido creencias religiosas más o menos firmes previas al secuestro cuando salen lo hacen en mejores condiciones de salud mental", pero, a renglón seguido, puntualizó que con esa apreciación no quiere "hacer apología de la religión".
Durante el secuestro, la religión se convierte para esas personas en un "soporte central" para superar la situación de cautiverio, pero al salir suele disminuir o incluso desaparecer, ya que el riesgo de la muerte deja de ser una amenaza cotidiana.
En el caso de la franco-colombiana Betancourt, Meluk llamó la atención sobre el hecho de que en sus primeras pruebas de vida "tenía un crucifijo elaborado artesanalmente colgado del cuello", y en la última, ya muy demacrada, "lo tiene atado en la muñeca".
MENTE. Sin embargo, Enrique Echeburúa, catedrático de Psicología Clínica en la Universidad del País Vasco, disiente, en tanto que no ve como elemento determinante para superar un secuestro con las menos secuelas posibles el ser ateo, agnóstico o religioso.
Para distraerse de la posibilidad de morir y de la monotonía de las horas y de los días en cautividad tan válido es, según Echeburúa, rezar como hacer flexiones o tareas monótonas de aprendizaje. Lo importante es tener la mente ocupada.
PARA SALIR.
Lo fundamental, dijo Echeburúa, es la estabilidad emocional y los recursos psicológicos que una persona tenga para hacer frente a situaciones de estrés. Depende, en definitiva, de su personalidad.
Y esa es la diferencia. Echeburúa destacó que mientras hay víctimas colaterales que han quedado profundamente traumatizadas, otras directamente afectadas han podido salir adelante. En otras palabras, una personalidad "batalladora" permite predecir menos secuelas.
Pero no es lo único. La actitud de los secuestradores, la duración del cautiverio y el soporte familiar y social que se tenga al salir también influyen en las secuelas.
En resumen, para salir airosos de estas situaciones extremas, lo determinante es cuidarse todo lo posible, desarrollar estrategias para pasar el tiempo, mantener la ilusión y proyectarse en el futuro.
"Somos un misterio y eso -destacó Echeburúa- es fascinante, tanto por el nivel de crueldad que puede alcanzar el ser humano, como su capacidad de sobreponerse a las peores circunstancias, y de crecer". EFE
Y esa es la diferencia. Echeburúa destacó que mientras hay víctimas colaterales que han quedado profundamente traumatizadas, otras directamente afectadas han podido salir adelante. En otras palabras, una personalidad "batalladora" permite predecir menos secuelas.
Pero no es lo único. La actitud de los secuestradores, la duración del cautiverio y el soporte familiar y social que se tenga al salir también influyen en las secuelas.
En resumen, para salir airosos de estas situaciones extremas, lo determinante es cuidarse todo lo posible, desarrollar estrategias para pasar el tiempo, mantener la ilusión y proyectarse en el futuro.
"Somos un misterio y eso -destacó Echeburúa- es fascinante, tanto por el nivel de crueldad que puede alcanzar el ser humano, como su capacidad de sobreponerse a las peores circunstancias, y de crecer". EFE
FUENTE:http://www.elpais.com.uy/
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